
Hipermodernidad en la pintura
La cultura global está marcando nuevas pautas de lectura visual. Ahora estamos rodeados de otros protagonistas como la televisión, el cine, Internet y las redes sociales que fijan nuevas complejidades en la recepción de las imágenes.
A pesar de lo anterior, la práctica de la pintura ha estado relativamente estable desde hace siglos, mutándose en contextos, temáticas y experiencias propias de los nativos digitales. Se hace abstracta hasta lo conceptual, se acuesta con el video, chatea en facebook y circula hacia el cine o en el territorio desmaterializado. En algunos casos tiene como amiga la imaginación, la percepción y la fotografía, la cual valida su status tradicional mimético por un culto al bienestar visual, talvés, por vivir el presente y devorárselo en cada momento como plantea Gilles Lopovetsky. Pero aún, la imagen pictórica continúa explorando la autobiografía, la materia y la expresión hasta llegar al límite de la obsesión referencial del abigarrado hiperconsumo de la vida cotidiana.
Acá tenemos la experiencia del taller abierto II de Pintura 6 donde se apuesta por la deconstrucción del cuerpo y el cuestionamiento del retrato en gran formato como lo hace Emanuel Rodríguez Chavez. Con una actitud irónica Yang Shih Chang se representa en diversas técnicas, estableciendo una combinación del lenguaje del color plano y la pincelada figurativa. Por último, Rodolfo Vicente Hernández introduce el pastishe y la estética camp haciendo alusión a una cultura híbrida y repleta de anécdotas e historias yuxtapuestas.
Prof: Master. Rodolfo Rojas-Rocha
Pintura 6

11:43 A.M.DOMINGO 21 DE NOVIEMBRE DEL 2010 EDICIÓN ELECTRÓNICA
¿CUÁLES REGLAS?
Alianza de tres rebeldes
¿Cuáles reglas? tres estudiantes avanzados exponen en la Galería de Bellas Artes de la UCR
Cuando alguno de estos artistas titubea y calla al explicar los motivos de su obra, cualquiera de sus dos compañeros lo socorre y aclara lo que su amigo ha intentado manifestar. Esta intuición que los tres comparten quizá se deba a que parecen pintar con la misma brocha: el apetito por quebrantar reglas.
Emanuel Rodríguez (1986), Yang Shih Chang (1983) y Rodolfo Vicente (1983) son tres estudiantes avanzados cuyas obras conforman la exposición Taller Pintura 6, en la remodelada Galería de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica (UCR).
El montaje reúne ocho trabajos inéditos, la mayoría en gran formato, creados por los artistas en el curso Taller de Pintura VI, uno de los últimos de la carrera de Artes Plásticas. Las obras de los demás estudiantes se expondrán en marzo del próximo año.
Rodolfo Rojas Rocha es el curador de la exhibición; él explica que las obras de los tres jóvenes está en consonancia con los tiempos de hipermodernidad, nuevo concepto que suplantó al posmoderno.
La idea de hipermodernidad se debe a Gilles Lipovetsky (1944), filósofo francés que plantea que el individuo actual es un narcisista responsable. La utopía festiva de la posmodernidad saludó a la preocupación, y ahora andan de paseo.
Si Gilles Lipovetsky también paseara por la Galería de Bellas Artes y contemplase las obras expuestas, asentiría satisfecho al descubrir confirmaciones de sus tesis: autorretratos y crítica social son concurrentes para el individualismo comprometido.
El oráculo de Yang. Yang Shih Chang es un joven taiwanés cuyos padres decidieron volar hasta Costa Rica hace 15 años (en tiempos de amistad diplomática). Para esta, su primera exposición, Yang se colocó unas gafas futuristas y pintó máscaras de oxígeno.
El artista ha impregnado de un mensaje ecologista sus dos principales piezas: R123 y Una tarde tranquila. Ambas obras intentan predecir con ironía el mundo sin oxígeno de los años venideros.
R123 es un autorretrato cubierto por una máscara de oxígeno. En el cuadro, Yang quería colocar vestigios de la sociedad consumista y por esto lo llamó así, como la serie de fabricación de un producto.
Sin embargo, en Una tarde tranquila es donde mejor se aprecia su reflexión ecologista. El cuadro representa a un joven que también utiliza una mascarilla y está sentado en un sofá.
La mascarilla se conecta a un tanque de oxígeno, ornamentado con flores. “La utilización del tanque será tan común que formará parte de la indumentaria de las personas; todos querrán que su tanque tenga un aspecto agradable”, presagia el artista.
Una tarde tranquila también deja espacio al optimismo pues el individuo retratado está leyendo. La predicción de Yang no incluye el ocaso de los libros, que son otra clase de oxígeno.
Este artista también expone Los absurdos, tríptico que exhibe a tres niños taiwaneses en poses cotidianas. Esta obra no evidencia su tema tan claramente como las anteriores; es más un experimento técnico mediante el cual el artista unifica fondo y figura en ciertos sectores del cuadro.
El Yo se sacude. En los lienzos de Emanuel Rodríguez descansa su anhelo por objetarse a sí mismo.
“Podría decirse que mi propuesta general se basa en transgredir discursos que lo condicionan a uno. Trato de ser como el chiquito que despedaza sus juguetes viejos”, explica Emanuel.
Rodríguez tiene un cuaderno con alrededor de cien frases que ha extraído de diversos libros. Utiliza esas máximas para nombrar sus obras.
“Pobres fragmentos de un hombre y de un yo” es la frase de Así habló Zaratustra con la cual nombró un díptico de témpera y acrílico. En este se retrata desnudo ocupando posiciones grotescas.
En los cuadros de Emanuel Rodríguez son recurrentes los fondos lisos, pedestales sobre los que la figura humana adquiere mayor vehemencia. “Me gusta resaltar los rasgos humanos porque siento que así es más fácil para el espectador captar los mensajes”, explica.
Para titular su obra predilecta de la exposición, Rodríguez utilizó otra sentencia de Nietzsche: “Más antiguo que el placer del individuo es el placer del rebaño”.
En el cuadro, el artista santifica a tres jóvenes que nada tienen que ver con la pureza. El del centro es el propio Emanuel, quien solo viste medias y zapatos y está sentado en un inodoro.
Según el artista, con ese trabajo quiere estremecer –susurros de Zaratustra– las concepciones morales que lo formaron desde pequeño. Lo que su nombre nos adelanta, él lo confirma: procede de una familia religiosa (en hebreo, ‘Emanuel’ significa “Dios está con nosotros”).
Este cuadro es la culminación de varios ejercicios técnicos que el artista ha realizado con tal de perfeccionar el uso de manchas como formadoras de figuras: el espectador no sabe si la obra está acabada.
Tentáculos transterritoriales. Rodolfo Vicente se considera un artista versátil, y dentro de su versatilidad quiere trenzar un hilo conductor, no tan perturbado como los pulpos de sus cuadros.
En los dos trabajos que exhibe, Vicente acude a técnicas poco utilizadas y crea una simbiosis entre lo simple y lo complejo.
Holy Squid y Da Kraken están elaborados con material acrílico, collage y pilot. “Quería desapegarme de las técnicas que imperan en nuestro medio y lograr una estética diferente”, afirma Vicente.
En Holy Squid (Santo calamar) Vicente emplea trazos y tonos muy definidos para obtener una estructura compleja. Cada tentáculo de la obra pretende expandir la estética que ha capturado de su creador.
El cuadro Da Kraken recibe influencia de la mitología escandinava y finlandesa. Kraken es un pulpo gigante que emerge de las profundidades y atrapa barcos y marineros.
Sin embargo, el pulpo de Rodolfo Vicente atrapó retratos de provocativas mujeres creados por el pintor estadounidense Gil Elvgren (1914-1980).
Con ese cuadro, Vicente afirma su técnica de collage. “Este ejercicio es como un distanciamiento del propio ego. Trato de demostrar que uno puede lograr imágenes sin necesidad de crearlas en su totalidad”, explica.
La muestra de estos tres rebeldes con causa se extenderá hasta mediados de diciembre.
DIEGO JIMÉNEZ FONSECAdiegosr_cr@hotmail.com
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